Et la réponse ne s'est pas fait attendre !

Voilà l'éditorial du journal La Nación, un des journaux les plus vendus du Paraguay qui a publié le 21 novembre l'éditorial qui suit...
Il est en espagnol, si besoin je traduirais plus tard. Si vous avez un moment cela vaut tout de même son pesant de cacahuète...
Je jure que je n'ai rien rajouté. Par ailleurs je pourrais prendre les paragraphes un par un, pour expliquer en quoi ils sont historiquement fallacieux et politiquement gravement tendancieux, mais je pense que la lecture de cette édito suffira !

Éditorial de La Nacion, journal diffusé au Paraguay, le 21 novembre 2010.

Se realizó el III Congreso Continental de la Nación Guaraní, y en él se habló un lenguaje que no debe ser tomado a la ligera, porque se han asumido premisas muy graves, de consecuencias potencialmente enormes.

Una de esas premisas graves es la noción de “pueblo originario”, como algo distinto a las naciones hispanoamericanas que alcanzaron la Independencia en el curso del siglo XIX, que supone la existencia de propietarios de los territorios nacionales distintos a las repúblicas que hoy los ocupan.

La noción “pueblo originario” es ya una falacia en sí misma, pues se construye sobre un dato demográficamente falso y filosóficamente antidemocrático, el de que los pueblos que habitaban el continente americano en 1492 se han mantenido racialmente puros en el curso de los siglos y, por tanto, todos los racialmente impuros son advenedizos que deben restituir lo que robaron.

La noción “pueblo originario” es hermana de la “pureza aria” de Adolfo Hitler y esta hermandad no deja de existir porque dos o tres organizaciones no gubernamentales la disimulen o la disfracen, ya que es evidente por sí misma.

La verdad científica es que desde 1492 en adelante en el continente americano las razas se fusionaron. Y esa verdad científica tiene en Paraguay más realidad que en ninguna otra parte del Hemisferio, pues si hay una nación mestiza incluso en lo cultural, esa es la nación paraguaya.

Sobre aquella noción falaz de “pueblo originario”, se construye un sofisma, el de que los supuestamente advenedizos, por ejemplo la nación paraguaya, están en deuda con los autodenominados “originarios”.

Las repúblicas americanas surgidas en el siglo XIX nada deben a ninguna entidad de las que existían en América en 1492. En el harto dudoso caso de que haya alguien con títulos para reclamar alguna deuda, ella es exigible a las entidades que ingresaron al Continente en aquella fecha, la Corona de España y la Santa Sede.

España y el Vaticano son hoy los mismos que eran entonces y si hay algo que reclamar, es a ellos a quien deben dirigirse los reclamos, no a las repúblicas que nacieron a la Independencia en contra de ellos, rompiendo con ellos.

Lo grave es que en base a estas falacias y sofismas un grupo de personas pretende dictar las políticas de las repúblicas americanas y, entre ellas, Paraguay, por ejemplo dictarles restricciones en el uso de sus recursos naturales en nombre de un inaceptable e inexistente dominio de supuestos “originarios”.

Este grupo de personas es autocrático, autonombrado, a nadie representa sino a sí mismo, pues nadie lo ha elegido en base a algún procedimiento mínimamente aceptable de elección democrática, fiscalizada, pluralista, libre y rigurosa.

La sola idea de que un pequeño grupo autocrático de activistas pretenda que las naciones americanas le deban atención es ya, en sí misma, un despropósito mayúsculo, desde que todos los gobiernos americanos tienen legitimidad originada en la voluntad popular de millones de personas expresada mediante elaborados mecanismos institucionales.

Un pequeño grupo de autócratas no puede reemplazar a millones de personas en nombre de un supuesto título “originario”. La nación guaraní continental, si tal cosa pudiera existir, no ha elegido democráticamente a estas personas que se atreven a hablar en su nombre para proponer el inicio de luchas étnicas como las que tanta sangre causaron a Europa.

Alejandro Domínguez – Wilson Smith